viernes, 13 de enero de 2012

Perdidos (o un cuento que no fue...)

Habían dormido en camas separadas. Ella en la habitación, él en el sofa/cama del living. La noche anterior miraron una película, charlaron, volvieron a jugar el rol de ser amigos, aunque en realidad creía que nunca lo fueron.

Ella se despertó temprano, como siempre, fue hacia la cocina, puso el agua para el mate. Él durmió durante todo el proceso y a ella le gustaba verlo asi, dormido, en su casa. Ya era hora de irse, se sentó en la cama junto a él y suavemente acarició su mejilla. Él se despertó.

―Tengo que irme. Sabes donde esta la llave extra. Quedate lo que quieras, ¿si? ― Lo miró con ternura, pero evitó acomodar su pelo. Un pequeño paso en la dirección correcta.

­― ¿Por qué no me llamaste antes? Podríamos haber desayunado juntos― él tomó su mano.― Si me das un minuto me levanto y salimos ―comenzó a incorporarse, no soltaba su mano.

―Yo tengo que salir ya. No te preocupes, me das la llave otro día. Igual en dos horas estoy de vuelta. Como quieras.

Un paso en la dirección incorrecta ― pensó ella― Una parte suya quiere que él la espere, que este allí cuando vuelva. Se levantó, él aún sostenía su mano. Lo miró, con ternura, con rabia. Lo besó en la mejilla, retiró su mano. Agarró la cartera y se fue.

Un paso en la dirección correcta. Quería protejerlo, besarlo, hacerle saber que todos hemos estado perdidos alguna vez y que no siempre todo es tan simple como debería. Pero era muy tarde, y ya no quería pelear más. Se fue a seguir su vida, porque si se quedaba, junto a él, la perdida sería ella.

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